Siempre ha cuidado las palabras que usaba, sabía perfectamente que
pueden herir y curar, aclarar y confundir. Cada momento ameritaba sus
palabras que pudieran expresar lo esencial. Le gustaba investigar,
leer para ampliar su vocabulario que le parecía que siempre se
quedaba corto frente a todas las situaciones. Por mucho que conseguía
mejorar, siempre llegaba a un momento en el que halar sobraba, hasta
molestaba. No sabía cómo reaccionar, sentía una mezcla de
incomodidad e impotencia. Hasta que llegaba a reconocer que el
silencio puede ser más elocuente que muchas palabras rebuscadas y
que todo lo dicho y por decir se puede resumir en un simple abrazo.
Un abrazo que dice todo y que da calor seguridad y descarga todo el
sufrimiento dolor y soledad. No esperes demasiado abraza.
Feliz lunes de
abrazo.
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