No podía perder este rayo de sol que por la mañana vino a su casa
para invitarla a dar un paseo. Su cuerpo se resistía con todas las
excusas inimaginables. Respondiendo con dolores punzantes que
trataban de persuadirla. Normalmente les haría coso como casi
siempre estaba haciendo, pero ese día la invitación de salir y la
necesidad de respirar, eran mucho más grandes que cualquier otro
contratiempo. Se vistió y salió y desde el primer pasa en la calle
en el camino no se arrepintió. Recibió una brisa que le hacía
respirar profundamente sintiendo vida en todo su cuerpo. La luz
iluminaba mucho más que sus ojos y el camino delante de ella.
Bastaba un saludo de un transeúnte con quien se cruzaba en el
camino, para sonreír a la vida y a la gente. Nada de eso sería
posible desde sillón de su casa. En estos días acepta la invitación
para dar un paseo. En el norte te envolverá el invierno, en el sur
el verano, pero estés donde estés siempre te envolverá la vida.
Feliz sábado de
invitación.
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