Perder el tiempo

En los días fríos que tenemos en el norte. La vida regresa a un cuerpo ensimismado y encogido con cada sorbo de mate, té o café. Lo mismo pasa en un día de sol que quema en el sur cuando tomamos tereré en la sombra de un árbol. El frescor que espanta el sofoco, la desesperación, entra lentamente invadiendo el cuerpo. Pero lo que realmente pasa no es solo esto. Entre sorbo y sorbo quedan espacios para el silencio, para las miradas, los pensamientos, que lentamente se visten de palabras. Por eso la conversación carece de prisas, de nerviosismo común. Se teje poco a poco con diferentes hilos que siguen el movimiento de la guampa o de la taza. Une las preocupaciones, ensancha las esperanzas de la soluciones. Nos ayuda a entender que con todo lo que nos pasa no estamos solos. Por eso sentarse con alguien para una ronda de tereré o mate o un café o té, es una maravillosa manera de perder juntos el tiempo, como siempre lo descubrimos no puede ser mejor perdido para encontrarlo sano, no puede ser mejor empleado. No tengas miedo de arriesgarte.

Feliz viernes de perder el tiempo. 

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