Él decía que andaba ocupado. No mentía, trabajaba mucho tal vez
demasiado, pero ese no era el principal problema. Había otra cosa
más preocupante y con graves consecuencias para la familia. Lo que
ocupaba sus manos ocupaba su corazón. Manos ocupadas corazón
esclavizado. No le quedaba ni tiempo ni ternura para ofrecerles a sus
familiares algunos momentos compartidos, sin prisas, sin cálculos
sobre las posibles ganancias o pérdidas. Nos obsesionamos demasiado
por hacer las cosas con la intención de producir, generar, avanzar.
Por el camino se nos olvida la importancia de un simple estar. Existe
un ociosidad que es sumamente productiva, no en valores económicos
que podemos cuantificar, sino en vivencias fundamentales que hacen
que somos personas, pareja, familia. Cosas que solamente podemos
gozar y sentir. Algo que forma parte de nuestra vida y que nunca se
podrá comprar ni con todo el dinero del mundo.
Feliz domingo de ocio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario