No eran muchos los sueños que tenía soñados y ni muchos los que
le quedaban por soñar. Con estos pocos ya le quedaba mucha tarea por
hacer. Si seguía soñando sin hacer nada para convertir los sueños
en realidad, corría el peligro de quedarse atascada, inmovilizada
por la cantidad de cosas por hacer. Curiosamente cuando la cantidad
del trabajo supera nuestras posibilidades de repente se nos va toda
la energía y a pesar que todo es urgente, no hacemos nada. Nos
invade parálisis de saturación. En momentos así parece que cada
cosa que podemos hacer es poca y no merece la pena hacerla, porque es
tan insignificante que con ella igual no va a cambiar nada. Trata de
unir tus sueños con tus actividades y mantén equilibrio entre
ellos. Que no trabajes sin soñar, ni sueñes sin trabajar.
Feliz domingo de sueños y trabajos en equilibrio

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