Feliz martes sin gritos.
martes, 1 de septiembre de 2020
Sin gritos
Le
gustaba tener razón. En su casa siempre se exigía la obediencia. Él
ha aprendido muy bien la lección. Cuando veía que no le hacían
caso, gritaba. Si levantando la voz no conseguía la obediencia y
acatamiento de sus palabras, entonces se movían los puños. Cuando
los puños entraban en acción él ya no respondía por nada. Repetía
lo que de joven ha odiado. Tenía tan asimilado un esquema, de
imposición, de violencia que no se pudo librar de él. Pensaba que
no tener razón era no tener autoridad, y sin autoridad se sentía
derrotado. Necesitaba mucha ayuda, mucho trabajo para aprender a
escuchar y a dialogar. Nunca impongas tu razón a gritos. Si
demasiado levantas la voz que se active tu alarma. En el mundo tan
polarizado necesitamos urgentemente la verdadera capacidad de
dialogar.
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