Cuando era niña soñaba que la
gente era trasparente. Se podía ver lo que tenían dentro. Mirando
luz fuerte su mano se ponía traslúcida, rojiza. No alcanzaba vez
más que la sangre. Los sentimientos continuaban ocultos. Años
después encontraba personas que tatuaban algunos sentimientos en su
piel. Nunca llegaba a tener la seguridad acerca de la intensidad y
temporalidad de los sentimientos dibujados en la piel. Lo más
difícil y al mismo tiempo lo más necesario es hablar de estos
sentimientos. Hablar no solo cuando nos desbordan sino también cundo
nos invade la calma, la paz o el desánimo. Nos permitirá nombrar lo
que sentimos, narrar los procesos que nos llevaron a sentir lo que
sentimos, encontrar las conexiones de interdependencias. Trata de ser
transparente en tus actos y palabras. No olvides que tu cuerpo oculta
lo que llevas sintiendo y si no lo sacas si no lo liberas te seguirá
lastimando y doliendo.
Feliz
lunes de transparencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario