Margarita se preguntaba por qué
las cosas le resultaban tan complicadas. Lo que otros consideraban
“pan comido”, ella tenía que moler el grano, amasar la masa y
hornear el pan, antes de poder de comerlo. Al final lo que se
proponía tarde o temprano lo solía conseguir. Nadie podía frenar
sus ganas. Tenía mucho derecho por quejarse por muchas cosas por las
que le tocaba pasar, antes de llegar a su objetivo, optaba por no
hacerlo, no iba a cambiar nada, solo le iba a quitar la energía y la
alegría por lo que ha logrado en la vida. Buscaba la forma de
aprender, aprovechar todos las experiencias, descartar algunos
caminos, que resultaban más desgastantes, aceptar los procesos que
llevan su tiempo, y para nada sirve quejarse. Con algo de experiencia
acumulada, sabemos que lo que más nos costaba lo valoramos más y
recordamos mejor todo lo vivido. Que nunca nos lleve a sufrimiento,
pero si a esfuerzo y a la anécdota.
Feliz
domingo de esfuerzo.
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