Paseando
en la bicicleta encontré, al lado de un camino, “una montaña”
de raíces de árboles, que han caído durante la tormenta. Me paré
y con respeto empecé a observarlos, pensando en sus historias. Los
árboles que han cargado, soportado encima que han alimentado durante
años, posibilitando su crecimiento. Cuantas tormentas han soportado,
de cuantas cosas fueron testigos a lo largo de los años. Las raíces
de estos árboles son como nuestros padres. Ellos nos enraízan en un
lugar, nos vinculan con un espacio concreto, nos cargan y alimentan.
Aseguran nuestro crecimiento. Son testigos del desarrollo y también
de las grandes caídas a causa de las tormentas de la vida. Es bueno
pensar en ellos y rendirles tributo por todo lo que han hecho. Se
merecen mucho, empecemos por el respeto.
Feliz
jueves de admiración de nuestras raíces.
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