
Mucho
se ha dicho sobre este día. Todo como siempre es tan impreciso tan
imperfecto. Es que un amor hasta el extremo no se cierra en palabras,
se necesitan gestos, y corazón dispuesto a sentir a aceptar y
comprometer aunque nada se entienda hasta el final. Aquí se trata de
encuentro en el amor, la entrega total al servicio, sin desperdicio.
Demasiado simple y sencillo, por eso lo tratamos de adornar con
cálices de oro, y vestiduras del poder antiguo. Nos desafía la
toalla y la palangana con agua, el pan y el vino compartidos con
todos. Buscamos el sentido profundo muchas veces para silenciar el
sentido claro y directo, de una comunidad que va contracorriente que
acoge, que se reconcilia, que busca la paz y en la que nadie pasa
necesidad porque todos comen y beben de la misma mesa, en la que
todos importan formando un cuerpo que nace en la Pascua. Ojalá nos
podemos acercar aunque sea un poco a este misterio tan claro y
evidente. Contradictorio y subversivo para los cánones de este
mundo.
Feliz
Jueves Santo de amor y servicio.
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