No
le agradaba mucho cuando le dijeron que no usara tanta sal. Ella
siempre ha salado mucho todo. El miedo de tratamientos y
complicaciones fue mayor que sus gustos culinarios. Así que decidió
a probar. Costo bastante al principio. Luego se confirmó la vieja
verdad que los humanos nos acostumbramos a todo. Después del rechazo
vino tiempo de descubrimientos. Empezó a descubrir otros sabores,
otros matices que la sal le impedía a detectar. Lo que antes era
poco ahora era suficiente y cada exceso distorsionaba todo e impedía
un verdadero disfrute. La sal da sabor, pero cuando es demasiado
oculta el sabor verdadero y duradero. Hay cosas en nuestra vida que
le dan sabor, pero cuando se pierden las proporciones lo que podría
ser rico se vuelve nocivo. No te prives de la riqueza de sabores que
tiene cada día a pesar de todas las dificultades que nos toca vivir.
Cuida los equilibrios.
Feliz
domingo de buen sabor.
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