Lidia tenía la extraña
costumbre de no guardar las cosas para después. Su nevera estaba con
lo justo que necesitaba para dos o tres días. No acumulaba comida
que no iba a comer, ni ropa que no iba a poner. Lo más extraño que
su costumbre se extendía a otras cosas. Tampoco acumulaba guardaba
para después las experiencias. Todo lo bueno que era capaz de vivir
y sentir lo trataba de experimentar en el momento, sabiendo que nunca
habrá dos momentos iguales, que siempre cambiará algo. Así que
disfrutaba las cosas así como venían con sus envolturas más o
menos perfectas, pero siempre con el sabor y aroma de algo recién
vivido. Por eso su vida y ella misma emanaban un constante frescor,
que muchos le envidiaban sin que ella hiciera algo más que vivir.
Aprovecha los momentos los tiempos y los climas no se repiten.
Feliz lunes de lo fresco e
irrepetible.
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