A
veces le invadían las dudas. No sabía si debería hablar o guardar
el silencio. El que calla no se equivoca le decían. Sabía que las
palabras por sí le podrían traer muchos problemas y si eran
palabras mal empleadas muchos más. Lo que pasa que cuando callaba
las palabras se le clavaban por dentro y a veces dolían. Su silencio
de todas maneras se llenaba de las palabras de otros. No solo de sus
palabras, también de sus sentimientos, sus miedos, verdades y medias
verdades, y por no expresar los suyos asimilaba los de los demás y
eso creaba conflictos y a veces hasta lastimaba, porque no se
reconocían en lo que decían y opinaban. Sé prudente pero no calles
tus opiniones sino salen afuera te harán daño por dentro. Las
opiniones calladas por mucho tiempo pierden importancia, hasta para
ti mismo/a y no las conocen los demás. Eres libre para estar de
acuerdo y para discrepar.
Feliz
miércoles de decir lo que llevamos dentro.

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