No era tan claro lo que quería
explicar, pero sus gestos su rostro parecía ser más elocuente que
su lengua. Decían mucho de lo que sentía y cómo lo sentía. No se
podía ignorar eso. Todos tenemos respuestas hechas con las que
cortamos las preguntas que se hacen por costumbre sin esperar las
respuestas porque esa casi siempre son previsibles. El cuerpo habla
en él hablan nuestros ojos, nuestras manos y nuestros silencios que
gritan las palabras calladas. A veces a nuestra tensión,
preocupación, los que están cerca añaden más porque no saben leer
lo que les damos a entender. No ven la totalidad de nuestro estado de
ánimo de nuestra tensión. Habla y escucha. Trata de ser atento para
que no se te escape nada, sobre todo lo más importante que a veces
se queda colgado entre palabras.
Feliz
miércoles de hablar y escuchar mirando.
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