Su voz, no siempre alcanzaba para
todo lo que quería decir. Por eso, estos largos ratos de silencio.
Ella quería asegurarse de que ahí por el otro lado de su voz, de su
palabra, había alguien que estaba dispuesto de escuchar y
reaccionar. Cansada de hablar al viento, cuidaba más a sus palabras.
En esta etapa de su vida, no necesitaba de ningún reconocimiento y
ni de demostrar nada a nadie. Pensaba que los querían, ya tenían
suficiente tiempo de conocerla, interactuar con ella. Los que no,
aunque se ponga de cabeza, no lo van a ver, porque no les importa. No
quería mendigar a nadie su atención, ni su aprecio. Ella apreciaba
a los que amaba, escuchaba lo que decía y se interesaba por lo que
sentían. En este mundo de redes y comunicaciones instantáneas
gracias a la tecnología, hay demasiados silencios, demasiada poca
atención a las palabras de las personas con las que compartimos la
mesa.
Feliz
martes de palabras que alcanzan.
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