Uno
tenía la impresión, que su “más tarde” y su “después” iba
a durar toda la eternidad, que tenía una capacidad ilimitada porque
él metía ahí todo lo que se le proponía sugería o incluso lo que
ameritaba una atención inmediata. Nadie sabía que era tan
importante y ocupaba su “ahora”, ni su “mientras tanto”. No
era muy descabezada la sospecha de que tenía miedo a enfrentarse a
su realidad. Siempre hay gente que cree que a los problemas hay que
dejarlos, no tocar, no hablar, que el tiempo soluciona todo.
Ciertamente la prisa no es aconsejable, pero tampoco la dejadez. No
dejemos todo para el después, porque a veces no llega o se hace
demasiado tarde para hacer o decir, lo que teníamos que decir, pero
no lo hicimos. El ahora y mientras tanto duran lo suficiente para
compartir, amar, trabajar y descansar, en pocas palabras para vivir.
Feliz martes de ahora y mientras tanto.

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