Para todos eran un ejemplo. Desde que se habían conocido y
enamorado, su amor parecía no parar de crecer. Sentían, hablaban,
pensaban y gustaban juntos. Un inicio de relación envidiable, sin
secretos y de puertas abiertas. Entre muchos amigos que pasaron por
su casa, entró sin que nadie se diera cuenta una terrible amiga –
la rutina. Poco a poco el lugar muchas palabras empezaban ocupar
muchos silencios. Donde antes uno se daba sin esperar nada a cambio,
apareció la espera llena de expectativas. Ella empezó a esperar de
él que adivine lo que quiere, lo que siente y viceversa. Y como
carecían de una bola de cristal para adivinar todo, no adivinaban
nada. Aparecieron reclamos reproches, exigencias, presiones,
distancias. Nadie quiso admitir, que en la puerta de su relación
estaba la crisis, pero no de relación, como ellos suponían, sino de
comunicación. Habla, aprovecha esta maravillosa herramienta que
tienes. No esperes, que otra parte juegue el papel de adivino y
descubra lo que tu quisiste de decir y callaste. No compliques,
simplifica.
Feliz viernes de comunicación

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