Desde hace mucho tiempo, el fuego reunía las familias y las
personas. Junto a la fogata, se calentaban los cuerpos, los alimentos
y los corazones. Las chispas, que bailaban en el aire, encendían las
historias, los recuerdos, iluminaban el camino por recorrer. Todos se
sentaban en el círculo, no había primeros y segundos lugares. La
intensidad de fuego, enseñaba mantener la distancia segura, pues lo
que a una distancia calienta, a otra quema. Los que quieren acelerar
el proceso de asado de un chorizo, al final terminan quemando los.
Cada cosa a su tiempo y en su tiempo. Más de lo que nos parece, en
la vida, es un proceso...
Feliz Sábado de fogata.

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