Ernestina tenía muchos recuerdos. Los que vivían
cerca de ella, no sospechaban que tantos, mas bien tenían la
esperanza de que no recordaba muchas cosas, de su infancia, de su
pasado... ella no solo recordaba, sentía todo a flor de piel. Más
allá de lo que podía recordar en imágenes, en palabras, recordaba
en gritos y miedos. Pasaron años desde las sombras de la infancia,
pero hasta hoy día cada grito, cada voz levantada en una discusión,
cada reproche dicho en enojo, activaba un efecto dominó, que removía
todas fantasmas de pasado y ella otra vez era la nena acurrucada en
una esquina, temblorosa, tensa, tragando las lagrimas de no existente
culpa. Mucho amor necesita, para cicatrizar aquellas heridas. Eso es
posible, si uno camina y no se para mirando cada rato atrás, para
volver revivir. No olvides que un cambio solo es posible en el
futuro, no lo encontrarás en el pasado ahí bien o mal todo está
hecho.
Feliz martes de avanzar.

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