El fin de semana se sentó para hacer
las cuentas, pero lo que iba a contar no era el dinero, sino el
tiempo. Sabía que el tiempo es la única cosa que no se puede
comprar y una vez perdido no se puede recuperar de nuevo. Haciendo
las cuentas quería saber cuánto tiempo dedica a cada cosa, como lo
reparte a lo largo de cada día y cada semana. No estaba tan segura
acerca de su uso y su inversión. Mucho tiempo invertía para ganar
el dinero, y esa era la dura consecuencia de las reglas de economía
que no dependían de ella. Creía que el dinero debería facilitar un
buen aprovechamiento del tiempo restante, pero eso solo era un buen
deseo. La realidad era muy distinta. El dinero también robaba mucho
de su supuesto tiempo libre, y lo robaban también las cosas
adquiridas con este dinero. Muy poco, casi nada quedaba para ella y
para las personas que amaba. Porque solo las personas y no las cosas
dan una calidad al tiempo usado, al tiempo invertido y a su vez te
pueden dedicar también su tiempo. Aprovecha el fin de semana y haz
tus cuentas.
Feliz sábado de contabilidad.

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