En mi casa hay muchos ecos. Al regresar
cada cierto tiempo uno los puede escuchar con más claridad.
Cambiamos todos nos vestimos con años que nos tocan y a veces con
unos más porque la salud y el estrés nos tocan con su barra mágica
dejando sus huellas. El eco del que estoy hablando, no es solo un
fenómeno acústico. Es un eco de sentimientos, de aromas y sabores,
de vivencias, de risas y lágrimas, en general de todas aquellas
cosas que hace años y tal vez a lo largo de muchos años vivimos en
nuestra casa. Es bueno regresar a todo eso, descubrir que vivimos y
que caminamos, que tenemos unas raíces que nos permiten no estar en
la deriva en los mares de la vida y de tantas experiencias. Siempre
aparece una nota de nostalgia por lo pasado y una dosis de gratitud
que una vez más fue posible regresar.

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