Muchas
palabras llenaban todo el espacio entre ellos, pero tan pocas cosas
se decían. No faltaba ni fallaba la cantidad. Lo que a veces fallaba
era el contenido. A veces nos movemos entre el miedo y la comodidad.
Miedo de desatar tormentas tener que justificar lo que decimos saber
por qué lo hemos callado. Comodidad que a veces parece la distancia
segura, que no compromete ni pone en evidencia. Estado que no es
posible de mantener hasta el infinito y que tarde o temprano nos toca
enfrentar con todas las consecuencias. Nuestras palabras y nuestros
silencios son elocuentes y nos comprometen. A veces expresar para
alguien lo que menos esperamos y queremos. Trata de ser responsable
por ellos.
Feliz
martes de palabras.

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