La
edad hizo a la abuela más pequeña de lo que era antes. A su edad ya
no tanto se quiere alcanzar las alturas, sino más bien, se cuida las
raíces que nos conectan con el suelo en que vivimos y nos nutren,
permitiendo pisar bien con seguridad. Sus fuerzas no daban para hacer
muchas cosas, por eso las que hacía las trataba de hacer bien.
Trataba de sentir todo lo que decía, escuchar a sus historias y
ayudarle a sus familiares ponerlas en el contexto adecuado de su
vida. Sus gestos y sus palabras trataban siempre trasmitir el amor e
ir a la esencia de las cosas. La abuela no era adivina, pero como
buena cocinera sabía que sabores se puede obtener mezclando ciertos
ingredientes. Por eso advertía a sus nietos que tengan cuidado, que
no mezclen ciertas cosas en la vida, que cuiden las proporciones, no
abusen de las cantidades pues si no lo hacen les espera el sabor
amargo o muy desagradable de lo que ellos mismos se han preparado.
Escucha la voz de la experiencia de los que tienen savia de la vida
circulando mucho tiempo por su cuerpo.
Feliz
lunes de cuidar las proporciones.

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