Sabemos
que para curar una herida, una fractura, hay que inmovilizar al
paciente. Si se mueve todo el tiempo, se hace imposible la curación,
y el problema inicial, que tal vez no era tan serio, se puede
agravar. La
quietud permite
aplicar lo necesario para aliviar el sufrimiento, el dolor, acelerar
el proceso de curación y toda la recuperación. También en las
relaciones interpersonales hay fracturas y heridas. Si las personas
involucradas están en constante movimiento, se hace imposible, la
aplicación
de un tratamiento adecuado.
También en este caso se necesita la quietud, para que las palabras
de cariño y comprensión, los
gestos llenos de ternura, lleguen a su destino y curen. Aprovecha el
domingo para un tiempo de quietud y te alcanzará el amor que te está
persiguiendo durante toda la semana y no consigue alcanzarte.
Feliz
domingo de quietud.

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