Los
que intentaban fracasaban en el intento. Les cortaba sin dejarles
expresar lo que sentían, pensaban, opinaban. No escuchaba incluso
amenazaba. A todos molesto repetía la misma frase: “A mí nadie me
va a decir...” y no era necesario decirle para que sepa… su voz
interior se lo decía, le reclamaba, y a esa voz no la podía callar,
como callaba a otras voces con tanta prepotencia. Ni los chistes, ni
las risas a carcajadas, ayudaban esconder lo evidente. Era muy
inseguro y competía toda su vida con los demás. No quería que
descubran sus miedos, que
no
le pregunten, que
no le hagan sombra. Algunas veces lo que no te dicen los demás te lo
dice tu propia conciencia. No tengas miedo de escuchar tu propia voz,
aunque te puede incomodar.
Feliz
martes de no callar las voces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario