domingo, 25 de enero de 2015

Días de piedra

Sus días de la semana parecían de piedra, pesados, cargados de cosas y muy compactos. No entraba en ellos ni un alfiler de descanso. Una cosa se encimaba sobre la otra. Tenía que balancear mucho este gran peso, para no terminar aplastado por la carga de sus compromisos. Por eso cuando llegaba el domingo, se liberaba. Sus brazos liberados del trabajo, podían abrazar a los suyos. Sus ojos, podían ver los ojos de ellos, sus rostros. Podían hablar sin pedir, exigir o apurar, simplemente hablar por hablar. Llenando el aire con la música de su cariño. Su corazón latía acelerado, no por las prisas del trabajo, sino por la emoción de un domingo en Familia. Un domingo que cambiaba los “tengo que...” en los “quiero...”. Un cambio que parece insignificante, pero es esencial.

Feliz domingo de los “quiero...”

No hay comentarios:

Publicar un comentario