miércoles, 28 de enero de 2015

Quejas y lamentos

Hasta hace poco los días de Manuela eran un rosario de quejas y lamentos. Ella tan buena y el mundo tan malo, no se llevaban de todo bien, y eso sí, ella no tenía la culpa. La culpa era la exclusiva propiedad de otros. Ella tan pobre que ni culpa pudo tener, de hecho no tenía nada. El lujo de la vida feliz no estaba a su alcance. Quejándose a diestra y siniestra Manuela se cansó, pues nadie le tenía lástima, y hasta ella ya se cansaba de escuchar su disco rayado. A duras penas reconocía la gratuita belleza del paisaje. Las nubes, los árboles y los colores del campo, como gotas de lluvia mojaron su alma, que parecía impermeable. Y como la gente forma parte del paisaje, a ellos también los empezó ver con otros ojos. Solo tu puedes abrir las puertas a la felicidad. No le niegues la entrada. Mira los paisajes que te rodean. Respira profundamente...

Feliz Miércoles de abrir las puertas.

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