Entre
tantos adornos trataba de no perder de vista a sus seres queridos. Es
que todo lo que preparaba lo hacía para ellos. Y a veces al hacer
todo para ellos tanto se cansaba que ni los tenía tiempo de ver
mucho menos le daban ganas de hablar. Sus pies cansado e hinchados
gritaban por un descanso. Con algo de remordimiento se acordaba de
aquella historia de Marta y María, y no quería reconocer de todo
que ha caído en la trampa de hacer y no ser, ni estar. La Navidad
debería ser el tiempo de ser sobre todas las cosas. Ojalá en la
cercanía del fin del año no desaprovechemos esta oportunidad y les
demos a los que queremos, lo que a lo mejor les escatimamos o negamos
durante todo el año – nuestro tiempo. Hagamos lo que hay que
hacer, pero luego sentémonos o demos un paseo con ellos tal vez será
lo más rico, lo más valioso de lo que les podemos ofrecer.
Feliz
jueves de dar tiempo.

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