En
la calle de Recuerdos que llegaba a la Plaza de Olvido había un
taller artesanal en el que hacían los gestos a medida. Tenían
muchos clientes. Venía gente con sus gestos viejos que esperaban que
se les arreglen y parezcan nuevos, otros con sus gestos poco
entendibles esperando que se les saque el brillo y sirvan y sean
entendidos. Había también gente que querría cambiar los suyos que
no les servían por unos mejores más útiles que les puedan ayudar
comunicarse con otros siendo claros y bien entendidos. Es que de los
gestos que usamos depende mucho. Pueden ayudar a las palabras que
pronunciamos o contradecirles. Atraer y hacer más cercana a la gente
incluso a la desconocida o simplemente repelar y alear hasta a los
que antes eran muy cercanos. Molesta la saturación de gestos, que
raya a lo artificial, pero su falta puede llevar al olvido. Revisa el
estado de tus gestos.
Feliz
jueves de buenos gestos.

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