En
las calles empezaba el bullicio de los preparativos para las fiestas.
Ella se sentía cansada y agobiada. A veces cerraba los ojos y
cerrando los ojos podía ver más. Tal vez no en cantidad sino en
calidad. Es que cerrando los ojos no veía lo que estaba fuera y la
enceguecía, pero en su lugar podía ver lo que llevaba dentro, lo
que para ella si era importante. Lo que tantas veces queda opacado
por tantas cosas desde fuera y como puede pasar desapercibido, no es
debidamente atendido. No quería que la fiebre de los preparativos la
haga más ciega e insensible. La fiesta la soñaba vivir despierta
compartiendo con sus seres queridos y viendo lo que realmente importa
lo que da sabor a su familia.
Feliz
lunes de cerrar los ojos y ver.

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