Mucho podía hacer, pero aunque
hiciera todo, eso era nada en comparación con las necesidades que
había, por eso se quedaba inmóvil. Lo que volvía a aumentar la
ansiedad y desesperación que sentía. Su vida estancada perdía el
sabor de realización, de intento el frescor de emprendimiento y
aventura. Pesaba sobre él un enorme tapón de desconfianza. Librase
de él era difícil, pero necesario para poder avanzar. Normalmente
es posible cuando a nuestro lado tenemos personas que no miran en
categorías de éxito, de ganancia, calculando si podrán terminar,
llegando al fin, sino los que actúan sabiendo que en sus manos está
la contribución necesaria que permite avanzar hacia el objetivo,
aliviando las cargas y los pesos de los demás. Trata de ocuparte de
tu contribución, es importantísima y aunque por sí sola no
soluciona los problemas que encuentras en la vida forma parte de la
solución. No puede faltar. Nunca menosprecies las contribuciones
pequeñas ellas suman lo grane. Las hormigas saben algo de eso.
Feliz jueves de contribución.