La lluvia lavó el mundo que lo rodeaba, pero no
lavo a su mirada. Esta seguía como antes llena de manchas, prejuicios y
reproches, por eso, por donde miraba, no veía nada bueno. Todo según él era
defectuoso. No veía nada limpio, bueno, perfecto. Y como detectaba cosas malas,
detrás de cada una de ellas, querría ver alguien culpable. Así era, en sus ojos,
este mundo malo y no era el mundo sino su mirada. Intenta revisar hasta donde
tu mirada afecta tu percepción del mundo, de las personas y sus actitudes.
Procura purificar tu mirada, antes de juzgar y exigir a otros que cambien.
Feliz Sábado de
limpiar miradas en la vigilia de Pentecostés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario