Las últimas
desgracias vinieron en manada, dejándola sin fuerza. La felicidad,
que andaba solitaria, parecía haber perdido su dirección. Las
escasas veces, que se sentía feliz, era por poco tiempo, apenas lo
pudo percibir. Preocupada, confundida, miro por dentro de su vida y
por dentro de su corazón. Por tanta desgracia, por tanto
sufrimiento, todo fue bien desordenado, eso parecía un terreno de
obras, con miles de cosas empezadas sin terminar, remiendos
maltrechos. No le cabía ninguna felicidad. No tenía por donde
entrar. Tanto se defendía de las desgracias, que no dejaba de entrar
a las felicidades. Ordena tu interior y abre las puertas. La
felicidad no se fue lejos. Simplemente no tiene por donde entrar.
Feliz Martes
de Ordenar por dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario