Me sigue sorprendiendo ¡que rico sabor tiene el mate en un amanecer
paraguayo! Yo un dormilón incurable aquí aprendí a disfrutar de lo que me
parecía imposible. Algo que de aquí llevo a otras parte en donde me toca a
vivir. El regreso permite escuchar los mismos sonidos de siempre. Ver el cielo
que se pinta de colores despacito dependiendo del clima y de la época del año.
El mate que calienta el cuerpo, creo que también calienta el alma. Si uno lo
puede acompañar con una conversación, la primera del día, con los seres más
cercanos y queridos toma un sabor único e inolvidable, si lo tomas en soledad,
se vuelve oración, un dialogo interior que enriquece. Tomando el mate se tiene
tiempo para ver cuáles son las prioridades del día que suena en el alma. Que
hay que hacer primero que atender para que el día que empieza después
transcurra en paz y serenidad. Toma tu mate con calma y disfruta de cada sorbo
de esperanza.
Feliz martes de un rico mate.

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