Sus
brazos siempre eran más claros en sus expresiones que sus palabras.
Cuando tenía que hablar, sentía, que se le traba la lengua y sus
palabras quedaban muy cortas, comparando con lo que sentía su
corazón. Por suerte tenía estos brazos, fuertes pero no duros.
Cuando abrazaba, decía todo, su alma se le salía por los brazos y
envolvía con su cariño a los que quería, a los que amaba. Después
de un abrazo así, se riman los corazones y sobran las palabras. Da
un abrazo a la vida, a la felicidad, a los que aprecias, hazlo hoy,
cuando puedes llenar tus brazos de cariño. Mañana alguien puede
faltar a la cita. No esperes.
Feliz
Lunes de abrazos.
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