Aquellas manos tan irrespetuosas, le robaron la sonrisa. Eso fue
hace mucho y pocos lo notaron. Lo que de vez en cando adornaba su
rostro, cuando tanto le insistían, era una mueca fría parecida a
sonrisa congelada. Ella le dijo a su mamá lo que pasó, pero no
recibió ni un abrazo, que tanto necesitaba en aquel momento. Solo la
regañó y le dijo que se callara antes de que se entere la gente,
porque si se entere, nadie la va a querer. No recordaba ni su rostro.
Lo borro de su memoria. No pudo borrar sus manos. Las sentía cerca
en todas partes. De su primer novio huyo corriendo, pues sus manos le
recordaban aquellas... Hasta las manos buenas, le parecían malas,
peligrosas. Ya pasaron años y nadie consiguió devolverle la sonrisa
sincera. Esperaba, que lleguen aquellas manos limpias que le
devuelvan la felicidad, que otras sucias le quitaron.
Feliz Lunes de las Manos que dan la Felicidad.
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