Daba mucho a los demás. Daba de su tiempo, su talento, sus
capacidades. No miraba el costo aunque a veces le costaba hasta las
lágrimas. Como la recompensa uno que otro gracias muy fugaz dicho
entre tantas palabras. Con los pocos gracias que recibía
confeccionaba una vela que se llenaba de viento de la esperanza y
empujándola adelante, para seguir dando, cosas, gestos, palabras y
sonrisas. En la mayoría de los casos daba cosas que nadie puede
ahorrar, comprar o vender. Su tiempo se gastaba bien o se perdía
para siempre. Sus palabras se decían transmitiendo ánimo,
esperanza, cariño, amistad o se quedaban en silencio que pocos
puedan escuchar. Sus gestos devolvían la esperanza, mostraban la
cercanía o se quedaban congelados en una fría distancia. En estos
pequeños detalles se veía la inmensidad de su generosidad. Da algo
de ti mismo, no calcules, si vale la pena. No contabilices las
muestras de agradecimiento. Simplemente da. porque lo que no se da, a
veces se pierde para siempre.
Feliz miércoles de generosidad.

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