martes, 22 de diciembre de 2015

Saludando

El abuelo y la abuela de una comunidad huasteca me habían contado, que el pecado más grave dentro de la comunidad es no saludarse. Porque cuando no saludas a una persona; no le deseas bien, no la reconoces, por lo mismo, no la quieres, no la amas, no te importa. Te separas de ella, pones una barrera, ignoras su existencia. Es como si la hubieras matado en tu corazón. En un mundo de prisas y agobios tendemos a cerrar nuestro corazón a unas cuantas personas que nos rodean. Empezamos a ignorar la gente y también la fuerza curativa y “sacasonrisas” de u simple saludo. Algo que no cuesta nada y vale muchisimo. A los cabizbajos permite mirar aunque sea por un instante el horizonte, recibir una lucecita en medio de sus tinieblas. Todo eso comparable con una pequeña aplicación que permite a funcionar a muchas más y activa a todo el sistema operativo llamado felicidad.

Feliz martes de saludos.

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