Tenía una extraña costumbre que a nadie le gustaba.
Ella sin embargo no abandonaba lo que según ella era fundamental y útil en su
vida. Frente a las cosas que vivían, que le pasaban se quedaba callada por un
rato. Decía que guardaba silencio para escuchar por dentro palabras que le
llegaban desde fuera. Los que no la conocían bien pensaban que se callaba,
porque carecía de opinión. Al contrario sus opiniones afirmaciones gracias a
este silencio pausado eran bien medidas, bien pesadas y sentidas, así evitaba
herir con juicios precipitados y reacciones desmedidas causadas por un impulso,
por los nervios que con tanta facilidad se pueden alterar. Así como trataba de
dejar resonar lo que le decían para tener conciencia y poder dimensionar todos
los alcances de cada frase de cada palabra, así dejaba resonar por dentro las
palabras que iba a pronunciar afuera, para ver, sentir como se siente con
ellas. Porque si ella ya se sentía mal antes de pronunciarlas imposible que se
sienta mejor después de haberlas pronunciado. Mejor buscar otras cuando se está
a tiempo. Busca los espacios de silencio que permitan resonar mejor a tus
palabras.
Feliz martes de espacios de silencio.

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