Tanto tiempo pasaba peinando su cabello,
pero nunca conseguía peinar a sus pensamientos. Estos siempre los
llevaba sueltos y algo desordenados. No era fácil domarlos para que
obedezcan al peine de la lógica y de lo que era considerado como
políticamente correcto. Por suerte sus pensamientos eran libres por
eso superaban los límites de su cuerpo no se escondían debajo de
ninguna gorra ni peluca. La vida le trataba de poner límites no para
desanimarla sino para desafiarla. Sus pensamientos iban lejos a veces
muy lejos, esperando que su cuerpo sus acciones se animen a seguir el
mismo camino. A veces si lo hacían y ella feliz descubría todo su
potencial, superando lo que parecía insuperable. Otras veces
renunciaba el intento, intentando creer en las diferentes razones que
parecían servir para justificarse. Tal vez la justificaban frente a
otros pero nunca frente a ella. En soledad sin querer regresaba aquel
sabor de frustración que intentaba a olvidar. Deja a los buenos
pensamientos volar con el viento. No siempre lo tienes que alcanzar
con tu cuerpo pero por lo menos trata a dirigirse en su dirección,
superando el miedo, y la falta de fe en tus posibilidades.
Feliz martes de pensamientos libres.

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