Los colores no se atrevían entrar con
frecuencia en su mundo gris. Él a todo lo que encontraba le ponía
su filtro de negatividad de un pesimismo que le corría con la
sangre. Estaba seguro de la maldad que le rodeaba, y que a estas
alturas de la vida ya no se puede esperar nada bueno. Pensaba que lo
tenía todo controlado, que estaba prevenido, pero hasta él tenía
sus momentos de debilidad. En un descuido en un soleado día de paseo
como siempre con un paso apresurado cabizbajo sus ojos se llenaban de
colores. No supo hacer otra cosa que suspirar, en el fondo del fondo
de si mismo reconocer que este mundo gris que el multiplica con cada
una de sus afirmaciones cada uno de sus juicios, está lleno de
colores. Aunque él los negaba todo el tiempo, ellos no dejaban de
existir. Se puede ignorar algo, no reconocer por múltiples razones,
pero eso no quiere decir que algo desaparece para siempre lo podremos
encontrar en el momento menos esperado. Démonos en derecho de dejar
a sorprenderse.
Feliz sábado de colores.

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