No le gustaba esta palabra, le tenía
sabor a tiempos pasados, donde había mucha desigualdad e injusticia.
Había los que tenían mucho sin hacer prácticamente nada y había
los que hacían todo sin tener casi nada. Los señores y los
sirvientes, por eso huía del verbo servir, sin dar se cuenta que en
él se cerraba el sentido de nuestra existencia, y de nuestra
felicidad. El servir a alguien y servir para algo da sentido a
nuestros esfuerzos diarios, nuestras pequeñas y grandes luchas
cotidianas. El servir no iguala producir o hacer, no se trata de
constante, imparable actividad. A veces se trata de servir de
contacto, de enlace, de apoyo o refugio. Todo según las
circunstancias y necesidades. Eso lógicamente significa
involucrarse, no quedarse a la orilla. Gracias a que servimos a
alguien y servimos para algo no nos sentimos sobrantes, ni
desplazados. Lo que vivimos cobra sentido y da sabor a la vida. No
tengas miedo a esta palabra y no la asocies a tiempos antiguos. Hoy
más que nunca en los tiempos de aparatos y máquinas que hacen mucho
por nosotros necesitamos de personas que nos sirvan.
Feliz domingo de servir.

No hay comentarios:
Publicar un comentario