A Priscila siempre le
faltaba dar un paso. Lo suyo era llegar a la mitad y dudar. Desde que
era niña se especializó en comer la sopa a mitad, jugar los juegos
a mitad. Y no es, que no le daba el tiempo, lo que le faltaba, era la
determinación y la seguridad, que cuando se llega al final de algo,
es siempre para empezar algo mejor, algo diferente. Cuando solo se
llega a la mitad uno queda con eternos pendientes, que al acumularse
a lo largo de la vida, le ocupan todo lugar reservado a la calma y
felicidad.
Feliz Martes de terminar
las cosas.
Yo termine el viaje Sao
Paulo – Asunción
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