Tomás siempre buscaba motivos para emprender sus
trabajos. Necesitaba argumentos fuertes e indiscutibles, para
asegurar el éxito y para no malgastar sus energías en empresas
dudosas, que no le llevaban al objetivo planeado. En un mundo de
macro economía, grandes corporaciones y supermercados, se perdía la
noción, importancia y belleza de lo pequeño. Nadie discute la
vinculación entre causa y efecto, pero eso no puede quitarnos la
maravillosa posibilidad de ser felices sin grandes motivos. Una
lluvia que cae sobre Asunción también está compuesta de pequeñas
gotas. Separadas no significan nada, tomadas juntas marcan la
diferencia.
Feliz Miércoles de felicidades sin motivo y pequeñas
alegrías
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