No supo
pedir, ni cuando ya no podía más. Toda la vida le decían que tenía
que ser fuerte y lo intentaba ser, aunque temblaba de miedo viviendo
sus delirios a escondidas. Nadie sabía, porque aprendió disimular
muy bien. Detrás de la pose estaba la realidad, de alguien moldeado
por una educación opresiva llena de conceptos y muy eficaz. El
efecto una persona muy correcta, impecable por fuera y llena de
sufrimientos por dentro. Nunca le dieron permiso de llorar y no había
nadie que pregunte lo que siente. De vez en cuando verificaban con
diferentes pruebas, que iban subiendo de dificultad, todo lo que
sabe, nunca lo que siente. Acumulaba habilidades y guardaba por
dentro los sentimientos como algo vergonzoso casi prohibido. Al no
saber manejar sus sentimientos sus conocimientos le valían muy poco.
Uno nunca se va a saber feliz si no se siente feliz. Procura educar
no solo llenándote y los demás de los conocimientos, antes de nada
preocúpate
por
los sentimientos.
Feliz
jueves de saber los sentimientos.

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