A la gente no
le gusta cuando otros meten sus narices en su vida. Eso molesta,
incomoda, quita la libertad. Buscan la independencia, sin las
injerencias incomodas de personas ajenas, incluidos sus propios
familiares. Meter narices también demarca la morbosa curiosidad, de
sentirse autorizado de opinar en los asuntos que a uno no le compiten
y como si fuera poco, de querer intervenir directamente sin ser
invitado. Pero hay otras narices húmedas y frías que cuando se
meten en nuestras vidas nos cambian todo. Suelen ser acompañados de
cuatro patas felinas o perrunas. Poseen la misteriosa capacidad de
hacernos enojar y reír al mismo tiempo. Cansar con sus travesuras y
hacer extrañarlas cuando estamos lejos. Entran con sus narices
gratuitamente y se dan con sus uñas, patas y pelo, marcando su
presencia en todas las partes y en todas las ropas. Benditas estas
narices que se meten en nuestras vidas rescatándonos de la soledad y
de la tristeza. Cuídalos y no les impidas entrar en tu vida.
Feliz viernes
de narices que se meten en las vidas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario