Doña
Margarita remendaba los vestidos, y de paso las vidas de sus dueños.
En su taller siempre había u lugar para sentarse, un tiempo para
hablar y otro para escuchar. Aunque tenía tijeras muy afiladas a
nadie cortaba en medio de la frase o de la palabra. Escuchaba todo
desde el principio hasta el final. Los que venían junto a ella no
eran de los que usan y tiran o usan y cambian por algo nuevo porque
según ellos lo que tiene ya no sirve. Esta gente nunca cruzaba su
puerta. Los que venían junto a ella eran delos que siempre cuidan lo
que tiene y a cada cosa le quieren dar un aspecto nuevo, diferente,
pero siempre atractivo. Algunas veces sus cosas más queridas sufrían
algún desperfecto. Ella les mostraba que siempre se puede hacer algo
para salvar la prenda y de paso les mostraba como se puede salvar la
vida. Hacerla más alegre, llenarla de colores, con ella aprendían a
no seguir diciendo “todo está perdido”, solo porque apareció un
problema. No deseches tu felicidad, siempre hay manera de arreglar lo
que está un poco dañado. Solo falta un poco de paciencia y
creatividad.
Feliz lunes de
remendar las cosas y las vidas

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