Patricia
buscaba no tener problemas, no sentir presiones, ni angustias.
Parecía una muy buena y razonable idea. Siendo muy atenta y
cuidadosa, conseguía evitar grandes problemas, pero
también sus
días pasaban sin dejar grandes huellas. Patricia
en vez de sentirse feliz por haber conseguido una vida sin problemas,
se sentía insatisfecha pues su vida era desabrida. Al
no tener problemas en el camino tenía
que pagar el precio. ¿Cuál era el precio? descubrió en poco
tiempo. Renunciando
los problemas y
las emociones, renunciaba
sobre todo los grandes sueños que dan energía y empujan a una
persona a superarse. Así que recuerda bien, si quieres evitar a
tener problemas también tienes
que renunciar tus sueños. La vida necesita este amargo ingrediente
para no ser desabrida y rechazada hasta por tu propio organismo,
causando
depresiones y otras enfermedades.
Feliz
jueves de buen sabor de la vida.

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