No era mucho lo que le quedaba para poder ofrecer a
los de cerca y los de lejos. Así que daba a todos lo que tenía en
pura esencia, cargado de sentido e intensidad. Su amistad no era la
de las baratas que más parecen un intercambio de favores, ni de las
que están en constante espera de recibir algo. La suya era más de
presencia y empatía. De saber callarse antes de hacer comentarios y
juicios precipitados. Al no andar en zapatos de otros, sabía que
nunca plenamente entenderá sus caminos. A pesar de todo esto era
capaz pronunciar “no” rotundo, cuando sentía que estaba en
desacuerdo o presentía algún peligro. Tal vez no era mucho, pero
era total y sin condiciones y sin límites de tiempo. Sobraban
palabras para hablar de su valor.
Feliz viernes de amistad con respeto.
Feliz Día de la Mujer Paraguaya dondequiera que se
encuentre.

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