Decía que eso ya era demasiado, que con todo no va a
poder. Luego se calmaba acomodaba bien las cosas en su corazón y
encontraba un espacio para que lo pueda ocupar este nuevo amor. No
hablaba mucho sobre eso con sus amigas porque la iban a sospechar de
promiscuidad y las peores infidelidades, usando los peores
calificativos que se le clavaban por la piel. Amaba mucho y amaba
intensamente. No se trataba de relaciones turbias sino de amores
transparentes de la personas animales y de toda la naturaleza que
tenía a su alrededor. Lo que amaba lo trataba de cuidar, y nunca
faltaba esta sorpresa con la que se topaba en su camino cuando el
corazón ya parecía estar lleno. No podía resistirse a dar el
cariño al que lo necesita, desde una mascota perdida, abandonada o
herida, a una planta seca, doblada y torcida, a una persona
vulnerable, desorientada y con frecuencia perdida en el camino de la
vida. Daba lo mismo que deseaba recibir. Su vida avalaba su derecho
de reclamar, y su reclamo no tardaba de ser atendido, por amar fue
amada.
Feliz jueves de amor dado.

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